¿Las expectativas realmente influyen en el rendimiento?
¿Crees que un jugador puede llegar a ser bueno sólo porque el resto lo crea? ¿Y al revés? ¿Cómo influye lo que los demás esperan en la motivación del jugador? ¿Conoces el Efecto Pigmalión? En el mundo del deporte, las expectativas no sólo motivan, sino que pueden definir el éxito o el fracaso de un jugador. Vamos a explorar cómo el efecto Pigmalión puede ser un arma de doble filo, capaz de elevar a los atletas o de presionarlos hasta el punto del burnout.
Las expectativas engañan, ¿o no?
En una escuela primaria de California, en los años 60, los psicólogos Robert Rosenthal y Lenore Jacobson informaron a los profesores al inicio de curso que ciertos estudiantes eran «potenciales» para mostrar mejoras académicas significativas, basándose en un supuesto test de inteligencia.
En realidad, estos estudiantes fueron seleccionados al azar, y no había pruebas que sugirieran que tuvieran un mayor potencial académico.
Pues bien, los estudiantes a quienes los profesores esperaban que mejoraran, efectivamente mostraron mayores incrementos en sus resultados de pruebas de inteligencia, con un efecto más pronunciado en los grados inferiores (primer y segundo grado).
Además, los profesores los describieron más felices, curiosos, y mejor ajustados socialmente al final del año escolar.
En definitiva, las expectativas del profesor pueden tener un impacto significativo en el rendimiento académico de los estudiantes. Según este estudio, el impacto parece no estar relacionado con la cantidad de tiempo que los profesores pasaron con los estudiantes, sino con cambios sutiles en la interacción diaria (como el tono de voz y las expresiones faciales).
¿Qué es el efecto Pigmalión?
Este efecto Rosenthal es conmunmente conocido como el efecto Pigmalión, que debe su nombre al mito griego de Pigmalión, un escultor que se enamoró de una estatua que había tallado, y al final, ésta acabó cobrando vida.
También se le conoce como la profecía autocumplida, y podemos resumirlo a cómo las expectativas sobre el rendimiento de alguien influyen directamente en su rendimiento. En el deporte, este efecto puede tener un gran impacto (para bien o para mal) en los atletas y entrenadores.
Impacto en los deportistas
En el deporte, el Efecto Pigmalión puede aparecer de varias formas:
- Motivación y Confianza: las expectativas positivas de los entrenadores pueden aumentar la motivación y la confianza de los atletas. Un entrenador que crea en las habilidades de un jugador y se lo diga, puede ayudar a ese jugador a tener más confianza y a esforzarse más en los entrenamientos y competiciones. También puede ocurrir lo contrario, si un entrenador manifiesta que no espera nada de un jugador, éste puede desmotivarse y dejar de intentarlo.
- Mejora del Rendimiento: las altas expectativas pueden llevar a los atletas a fijarse metas más grandes y a trabajar más duro para alcanzarlas. Esto resulta en un mejor rendimiento deportivo, ya que los deportistas se sienten apoyados y motivados para superar sus propios límites.
- Actitud: un entorno de apoyo y altas expectativas fomenta una actitud positiva en los atletas. Esta actitud es clave para mantener la resiliencia y la perseverancia frente a los desafíos y fracasos que inevitablemente ocurren en el deporte. De lo contrario, un entorno carente de apoyo concluirá en actitudes negativas y de rechazo a la actividad.
- Equilibrio: las expectativas demasiado altas también pueden tener efectos negativos. La presión para cumplir con expectativas muy elevadas puede causar ansiedad, estrés y, en algunos casos, llevar al agotamiento físico y mental.
Tenenbaum, G.; Eklund, R.C. (2007). Handbook of Sport Psychology. Hoboken, NJ: John Wiley & Sons.
.
El Efecto Pygmalion nos muestra cómo las altas expectativas pueden llevar a un mejor rendimiento. Mientras que el Efecto Golem describe lo contrario: cómo las bajas expectativas pueden llevar a un rendimiento inferior.
Ejemplos en Deportes de Equipo
Imaginemos un equipo de hockey hierba. Supongamos que se identifica a un joven jugador como una futura estrella del equipo. Imagina que el entrenador se lo comunica tanto al jugador como al resto del equipo. Este jugador, al recibir atención y retroalimentación positiva constantemente, empezará a mejorar notablemente su rendimiento.
Sus compañeros, al ver el apoyo del entrenador, también empezarán a tener mayores expectativas sobre él, lo que reforzará aún más su confianza y desempeño.
Estrategias para Entrenadores
Los entrenadores juegan un papel clave en la gestión del efecto Pigmalión. Aquí hay algunas estrategias para aprovechar este fenómeno a su favor y minimizar sus efectos negativos:
- Establecer expectativas realistas: los entrenadores deben establecer expectativas ambiciosas pero alcanzables. Conocer las capacidades individuales de cada atleta permite fijar objetivos que desafíen al deportista sin abrumarlo.
- Comunicación positiva: los entrenadores deben expresar sus expectativas de manera positiva y constructiva. Esto incluye proporcionar retroalimentación regular y específica, reconociendo los logros y los esfuerzos de los atletas.
- Apoyo emocional: crear un ambiente de apoyo y comprensión es vital. Los entrenadores deben estar disponibles para escuchar y ayudar a los deportistas a manejar el estrés y la presión. La empatía y el apoyo emocional fortalecen la relación entre entrenador y atleta, promoviendo un clima de confianza mutua.
- Fomentar la autoeficacia: ayudar a los atletas a desarrollar un sentido de autoeficacia, o la creencia en sus propias habilidades, es clave. Los entrenadores pueden lograr esto proporcionando oportunidades para que los deportistas experimenten el éxito en tareas desafiantes y asegurándose de que los atletas comprendan que los errores son oportunidades de aprendizaje.
- Evaluaciones individualizadas: realizar evaluaciones regulares y personalizadas del progreso de cada atleta permite a los entrenadores ajustar sus expectativas y estrategias de manera acorde. Esto ayuda a mantener a los deportistas enfocados en su desarrollo personal y en la mejora continua.
Entonces ¿la fe mueve montañas?
Si esperamos mucho de un jugador y nuestro comportamiento promueve su rendimiento ¿será el mejor jugador del mundo? No tiene por qué, pero posiblemente sí sea su mejor versión.
Cuando las expectativas no coinciden con el desempeño real, esto puede generar frustración y un mal clima tanto en el equipo como en el individuo. Las expectativas desmesuradas pueden ejercer una presión innecesaria, llevando a la ansiedad y a una disminución del rendimiento. Es fundamental equilibrar las expectativas con un apoyo realista y constructivo para evitar estos efectos negativos.
No obstante, es importante destacar que el rendimiento deportivo no está determinado únicamente por las expectativas.
Según la teoría de la expectativa de Vroom, la motivación de una persona para alcanzar altos niveles de rendimiento también depende de otros factores críticos como la valencia y la instrumentalidad. La valencia es el valor o la importancia que una persona asigna a las posibles recompensas. Refleja las preferencias individuales por ciertos resultados. Por ejemplo, si un jugador de hockey valora mucho ganar un determinado campeonato, su motivación para entrenar será mayor.
La instrumentalidad es la percepción de que el rendimiento será recompensado adecuadamente. Si un atleta cree que su esfuerzo y rendimiento le llevarán a recibir el reconocimiento del entrenador o a mejorar su posición en el equipo, estará más motivado para esforzarse.
Motivación = Expectativa * Instrumentalidad * Valencia
Veamos un ejemplo.
Supongamos que la jugadora Laura está considerando si debe esforzarse más durante toda la temporada.
- Expectativa: Laura cree que hay un 80% de probabilidad (0.8) de que su esfuerzo constante durante toda la temporada resulte en una mejora significativa en sus habilidades y desempeño.
- Instrumentalidad: Laura cree que hay un 70% de probabilidad (0.7) de que si mejora sus habilidades y desempeño a lo largo de la temporada, será seleccionada para jugar en el equipo titular.
- Valencia: Laura valora mucho ser parte del equipo titular en los torneos importantes, asignándole un puntaje de 10 en una escala de 1 a 10.
La motivación de Laura se calcularía de la siguiente manera:
Motivación = 0.8 × 0.7 × 10 = 5.6
Esto significa que Laura tiene un nivel moderado de motivación para esforzarse durante toda la temporada, basado en sus expectativas y valoraciones personales.
Conclusión
Por tanto, para maximizar el rendimiento, los entrenadores no sólo deben establecer expectativas claras y positivas, sino también asegurarse de que los atletas valoren las recompensas y crean que su rendimiento puede efectivamente llevar a esas recompensas. Este enfoque holístico garantiza que la motivación y el rendimiento del deportista no dependan únicamente de las expectativas, sino de una combinación de factores intimamente relacionados entre sí.
Esta perspectiva nos ayuda a entender que, aunque las expectativas juegan un rol crucial, no son el único motor del rendimiento deportivo. Es necesario considerar y trabajar sobre los diferentes elementos que influyen en la motivación para lograr un desarrollo integral del atleta. Resulta por tanto clave una comunicación que sea clara y bidireccional.
En definitiva, el entrenador debe tener en cuenta la existencia del efecto Pigmalión, pudiendo usarla para su beneficio o al menos conocer que es una herramienta poderosa en el deporte. Los entrenadores que comprenden este fenómeno y lo aplican de manera consciente pueden crear un entorno positivo y de alto rendimiento para sus equipos.
Al establecer expectativas realistas, comunicarlas de manera efectiva y proporcionar un apoyo constante, los entrenadores podrán maximizar el potencial de sus atletas y fomentar una cultura de éxito y resiliencia.
Referencias
Rosenthal, R., & Jacobson, L. (1968). Pygmalion in the Classroom: Teacher Expectation and Pupils’ Intellectual Development. Holt, Rinehart & Winston.
Rejeski, W., Darracott, C., & Hutslar, S. (1979). Pygmalion in Youth Sport: A Field Study.
Vroom, Victor H. «On the Origins of Expectancy Theory». In Smith, Ken G.; Hitt, Michael A. (eds.). Great Minds in Management.
White, S., & Locke, E. A. (2000). Problems with the pygmalion effect and some proposed solutions.